En las operaciones de la cadena de suministro, pocos roles son tan exigentes y dinámicos como los del equipo de compras reactivas. Estos equipos intervienen cuando una pieza necesaria no está disponible en el inventario — a menudo en el último momento — y la empresa necesita asegurarla rápidamente para cumplir con los acuerdos de nivel de servicio (SLAs) o evitar retrasos operativos.
La primera pregunta que siempre debíamos hacer era: ¿Por qué no estaba disponible esta pieza en primer lugar?
Esa pregunta nos llevó directamente a uno de los mayores desafíos: la coordinación con el equipo de planificación. El problema no siempre era que la pieza estuviera completamente ausente — a veces había una pieza similar en stock, pero no con las especificaciones exactas necesarias para cumplir con una obligación contractual. Otras veces, la previsión de plazos de entrega o las fluctuaciones de la demanda provocaban puntos ciegos en la estrategia de inventario.
Como líderes de la función de compras reactivas, teníamos que equilibrar tres aspectos:
Si bien las compras reactivas a menudo se consideran un mal necesario, en realidad abren la puerta a mejoras estratégicas:
Es tentador asumir que el costo financiero de una sola compra reactiva es bajo — a veces lo es. Pero al profundizar, descubrimos costos ocultos:
¿La lección? Incluso un artículo de bajo valor en inventario puede tener un alto impacto empresarial si no está disponible cuando se necesita.
Liderar un equipo de compras reactivas significaba actuar rápidamente — pero también pensar estratégicamente sobre cómo hacer que esas situaciones fueran menos frecuentes con el tiempo. No se trataba solo de resolver necesidades urgentes, sino de aprender de ellas.